Esperando por la ciudad. Dispersión urbana en Galicia: historia, medición y geografía

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Una de las características distintivas del territorio gallego es su elevada dispersión urbana. En el conjunto de España, Galicia apenas supone el 6% de la superficie y de la población; sin embargo, en ella se localiza el 49% entidades singulares. Lejos de ser contemplada como una mera curiosidad, la dispersión urbana es vista – tanto en Galicia como en cualquier otra parte del mundo donde se dé - con preocupación. No faltan razones para ello, ya que tiene externalidades negativas como el encarecimiento en la prestación de servicios – reparemos en una red larga de abastecimiento de aguas que sólo dé servicio a unas pocas docenas de personas -, o la pérdida de tierras fértiles en favor de la urbanización. ¿Cómo hemos llegado en Galicia hasta este extremo de dispersión urbana?

La estructura dispersa de asentamientos típica de Galicia tiene su origen a finales del siglo XII o principios del siglo XIII, tal como señala Sánchez Pardo [1] en un trabajo de investigación en el que estudia el territorio medieval de Nendos, sito en la costa noroeste de Galicia. En los asentamientos de está época ya existía tendencia a la dispersión. Además de lo que este autor denomina “aldeas elementales de orden compacto”, existían también “aldeas elementales de estructura floja o dispersa” (casas espaciadas, con distancias entre 30 y 140 metros) y “aldeas polinucleares” (agrupaciones no apretadas de varios grupos de casas).

El devenir de la historia explica la coexistencia en el territorio de estos tres tipos de asentamientos. De acuerdo a este autor “los siglos que van del V al IX conllevan procesos de estancamiento demográfico e inestabilidad económica y política, ante los cuales el asentamiento relativamente concentrado supone una estrategia de ocupación espacial más lógica y beneficiosa para las comunidades”. Sin embargo, “[…] en torno al año 1000 las características de la organización del hábitat rural comienzan a cambiar. Estos cambios en los asentamientos se explican por las transformaciones sociales, económicas y políticas relacionadas con el proceso de feudalización. […] Como es bien sabido, el crecimiento demográfico de los siglos XI-XII en toda Europa está en la base de una expansión agraria que lleva a una intensificación de los cultivos y a la roturación de nuevas tierras ganadas al bosque. En nuestro territorio este proceso de expansión agraria se reflejaría en estos nuevos núcleos [...] y que poseen una estructura dispersa para permitir una mejor y más amplia explotación de las tierras que en las aldeas compactas.

La estructura y naturaleza de estos asentamientos permaneció prácticamente intacta hasta mediados del siglo XX. Santa Cruz Chao [2] señala que “el tránsito de las formas feudales de propiedad y posesión de la tierra a las formas capitalistas no produjo en Galicia una concentración en pocas manos, tal como sucedió en gran parte de España.

A finales de la década de los años 50 del siglo XX comienza en Galicia el proceso de transición agraria, y coincide con la eclosión de la dispersión urbana. En este proceso se cambia de un modelo de pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas orientadas a una producción de subsistencia a otro consistente en “explotaciones de mayor tamaño orientadas hacia el mercado y plenamente acordes con una agricultura que se va a basar en la integración en el Complejo Agroindustrial (aún incipiente) [...]” [3].

Tal como relata Prada Blanco, una de las consecuencias de este proceso de transición es que “[…] a partir dos anos 60 do século XX a lóxica non agraria e urbana a que se apropie - sen o control que impuñan as necesidades do complexo agrario tradicional - do sistema nebuloso e dos núcleos múltiples para derivar en edificación indiscriminada; onde todas as leiras e montes se metamorfosean en parcelas urbanizables.” [4] Así, este proceso agraria de transición supone otra vuelta de tuerca en el proceso la dispersión urbana; y la popularización del automóvil fue, al igual que en otras latitudes, un elemento catalizador de ésta.

¿A cuánto asciende la dispersión urbana en Galicia? ¿Es igual en toda nuestra geografía?

Para medir la dispersión urbana, hemos creado un Índice de Dispersión Colectiva Municipal (IDCM) que estima la dispersión existente en un municipio dado. Esta estimación es un número que, en la práctica, está entre 0 y 1. A menor dispersión urbana, menor valor del IDCM, y viceversa. Si tuviésemos que describir muy someramente el algoritmo de cálculo de nuestro IDCM, diríamos que este índice se define como la razón entre una suma ponderada de las superficies de las plantas de las edificaciones – tanto viviendas familiares como edificaciones genéricas – y la superficie total del municipio; y que la ponderación aplicada rebaja el peso de las edificaciones cuanto más cerca se encuentren de la capital del municipio.

Hemos calculado el IDCM de 66 de los 67 municipios de la provincia de Lugo utilizando los datos de Encuesta de Infraestructura y Equipamientos Locales (EIEL). La EIEL de la provincia de Lugo [5] cuenta, entre otras, con las capas 'viviendas familiares' y 'edificaciones genéricas' en las que se almacenan las geometrías de cada una de estas edificaciones.

En el siguiente mapa se muestran los resultados del cálculo del IDCM para los municipios de la provincia. Hay que señalar las siguientes excepciones:
1.- No se ha calculado el IDCM correspondiente al municipio de Lugo, que alberga la capital de la provincia.  
2.- Al no ser encuestado por la EIEL - tiene más de 50.000 habitantes - no disponemos de los datos necesarios.
3.- En los casos de los municipios de Rábade y Burela, el valor calculado del IDCM es igual a cero. Ambos cuentan con una única entidad de población.
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    Este mapa nos permite llegar a la conclusión que la geografía y dispersión urbana están relacionadas de varias maneras. Se puede apreciar que los municipios de relieve llano presentan, por lo general, mayores valores dispersión urbana; y los montañosos, valores bajos. Un ejemplo de esto último lo constituyen los municipios de Muras, Ourol y O Vicedo, que están atravesados por la sierra de O Xistral. Así, nuestra primera conclusión es que el relieve montañoso es un factor que limita enormemente la dispersión urbana. A medida que este factor limitante desaparece, otros factores, de haberlos, que favorecen la dispersión urbana surten efecto.

    También se puede apreciar que la proximidad a la costa está asociada a una mayor dispersión urbana. En la exposición de motivos de la Ley de Costas de 1988 se puede encontrar la explicación: “Nuestra costa está afectada, como ocurre en otros países del mundo, por un fuerte incremento de la población y la consiguiente intensificación de usos turístico, agrícola, industrial, de transporte, pesquero y otros.” Así, una de las consecuencias de esta intensificación de usos es, en caso de que los mecanismos de ordenación territorial existentes no funcionen correctamente, una mayor dispersión urbana.

    Se puede comprobar por tanto la fuerte correlación entre la morfología del territorio tiene una con la dispersión urbana. Un relieve montañoso la dificulta enormemente, mientras que el relieve llano la favorece. La intensificación de usos propia de las zonas costeras la favorece aún más. Y, también, una hipótesis: en el caso de Galicia, la dispersión urbana ya existente desde la Edad Media ha sido un factor que ha favorecido la que tenemos ahora.

    Por último, una pregunta: ¿hasta que punto son extrapolables estas conclusiones? Un caso de estudio interesante podría ser el de la vecina región de Asturias, que tiene en común con Galicia el elevado número de entidades singulares que alberga en relación a su población y superficie. Del total de España, Asturias supone el 2,3% de la población, el 2,1% de la superficie y el 11% de las entidades singulares.

    De acuerdo a González Marroquín et al. [6], el grueso de la dispersión urbana existente en Asturias se circunscribe a la conurbación policéntrica formada por las ciudades de Gijón, Oviedo y Alavés. En dicha área vive más del 75% de la población de la región y se observan patrones de crecimiento urbano disperso; además, los municipios limítrofes con estas tres grandes urbes pugnan por capturar población. Esto, trasladado a Galicia, nos recuerda al eje formado por las ciudades de Vigo, Santiago y La Coruña. Ahora bien, ¿se dan similitudes en lo referente a dispersión urbana entre los municipios rurales asturianos y gallegos?

    Diego Alberto Arias Prado
    Doctorando en el programa de doctorado en
    Gestión Sostenible de la Tierra y el Territorio

    Referencias.

    [1] Sánchez Pardo J.C.; 2013; “Basis for a geo-historical analysis of the traditional rural settlement in Galicia.”; Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles; vol. 62; pp. 445-448
    [2] Santa Cruz Chao J.M.; 2011; “Relación entre variables del medio natural, forma y disposición de los asentamientos en tres comarcas gallegas.”; Cuadernos de Investigación Urbanística; vol. 9
    [3] Cardesín Díaz J.M.; 1987; “Política agraria y transformaciones en la agricultura gallega: la zona de colonización de Terra del Chá (1954-1973).”; Agricultura y Sociedad; vol. 44; pp. 243-280
    [4] Prada Blanco A.; 2007; “Galicia: Poboación e territorio. Causas e custos da dispersión”; Grial: revista galega de cultura; vol. 176; pp. 138-143
    [5] Disponible en Internet en http://www.idealugo.es/
    [6] González Marroquín V.M., Rubiera Morollón F., Pérez Rivero J.L.; 2013; “Descripción y análisis de la huella urbanística del boom inmobiliario en Asturias mediante Sistemas de Información Geográfica, 1996-2006.”; Investigaciones Regionales; vol. 27; pp. 115–40.

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