Incendios forestales y predicciones alternativas


En las últimas décadas, se insiste en que la lucha contra los incendios forestales no solo debe apoyarse en un aumento y perfeccionamiento de los recursos de extinción, si no que ha de conjugarse para que sea realmente eficaz, con una adecuada política forestal y una intensificación de las medidas preventivas. Entre estas medidas destacan los sistemas de predicción del riesgo, que buscan rentabilizar al máximo los recursos para hacer frente a los incendios y planificar las actividades de prevención, de cara a reducir daños, costes y pérdidas.
La cuestión es si estos modelos de predicción, basados en modelos matemáticos y estadísticos, pueden complementarse con otras técnicas como la reconstrucción de escenarios siguiendo metodologías alternativas.
Lo que se hizo fue partir de un hecho histórico; el incendio del 10 de Agosto de 2012 que se produjo en O Barco de Valdeorras. Se quemaron unas 1509,26 hectáreas y afectó a tres concellos de Galicia (O Barco de Valdeorras, Carballeda de Valdeorras y Rubiá) y uno de la provincia de León (El Bierzo). Mediante la simulación con el programa de modelado de incendios forestales Farsite, se pudo obtener el comportamiento previsible del incendio teniendo en cuenta variables del relieve, tipo y características de combustible y condiciones meteorológicas de la zona de estudio. Sin embargo, los resultados obtenidos solo eran aproximaciones teóricas y en consecuencia, la trayectoria y comportamiento del incendio modelado, no coincidían con lo que ocurrió en la realidad, pues los programas no incluyen todos los factores que intervienen en el proceso.

Fue gracias a la metodología FORIN, basada en la entrevista a los actores implicados,  a partir de la cual  se pudo saber quiénes se vieron involucrados, cuáles fueron sus decisiones, sus consecuencias y por qué ocurrieron, conceptos fundamentales que nos llevaron a conocer los patrones de conducta reales del incendio. Esto demostró que las metodologías pueden ser complementarias para la realización de estudios de prevención.

Los resultados demuestran que la entrevista fue la metodología clave para obtener información del evento ocurrido, pues informó acerca de quién interactuó con quién, permitió comprender cómo los participantes se comunicaron entre ellos y verificar cuánto tiempo se invirtió en determinadas actividades.

La mejor fuente de información para recrear las acciones resultó provenir de la población residente en la zona de estudio. Su conocimiento de la orografía del terreno es de detalle, e incluso pueden completar las carencias en la información que produjo la inaccesibilidad en campo a algunas zonas.

Los resultados enfatizaron la importancia del mantenimiento de zonas de cultivos, las pistas forestales y los cortafuegos. La aparición simultánea de minifocos y la falta de personal dificultó la capacidad de reacción y actuación, lo que tuvo como consecuencia un aumento de las pérdidas y la gran extensión que tuvo el incendio. 

Estela Paradelo

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